La Insurrección Marina de Talcahuano

Sabías que entre el 5 y el 6 de septiembre de 1931, Talcahuano se transformó en un campo de batalla urbana donde marinos y militares se enfrentaron en varios puntos estratégicos de la ciudad, como la Estación y el Cerro Centinela. Este conflicto se enmarca dentro de la «sublevación de la escuadra nacional», que surgió tras la drástica decisión de las autoridades de reducir los salarios de los marinos en un 30% y eliminar diversas asignaciones, alegando la necesidad de cooperación para la «salvación nacional».

El alzamiento comenzó el 31 de agosto en Coquimbo, extendiéndose rápidamente hacia Valparaíso y Quilpué, y especialmente hacia la Base Naval de Talcahuano. Aunque inicialmente las demandas de los marineros se centraban en cuestiones económicas, pronto se sumaron exigencias de carácter político y social, que incluían la lucha contra la corrupción y el derecho a la sindicalización en las Fuerzas Armadas. En medio de esta convulsión, se expresó con claridad por la radio una frase que resonó en la memoria colectiva: 

 «Que jamás, mientras haya a bordo un solo individuo de la tripulación, los cañones de un barco de guerra chileno serán dirigidos contra sus hermanos del pueblo…»

La reacción del gobierno y la oficialidad fue de sorpresa y desconcierto ante la unidad y resolución de los marinos. El 4 de abril de 1931, una huelga general convocada por la Federación Obrera de Chile (FOCH) se llevó a cabo en Concepción y Talcahuano, siendo apoyada por estibadores y trabajadores de otros sectores gremiales. Sin embargo, la falta de consolidación de vínculos entre los marinos sublevados y los movimientos obreros a nivel nacional facilitó la represión por parte del gobierno, que optó por el uso de la fuerza militar.

Para sofocar la revuelta, el gobierno desplegó tropas bajo el mando del General Novoa, un militar que había sido observador del lado alemán durante la Primera Guerra Mundial y que se había vinculado con círculos de extrema derecha en Chile tras su regreso. Novoa se convirtió en un ferviente admirador del nazismo, participando en agrupaciones pro-nazis en el país. Curiosamente, hoy en día, una calle lleva su nombre cerca del cuartel militar de Collao, un recordatorio de sus controversiales conexiones y de un capítulo oscuro en la historia de Talcahuano y Chile.

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